Fluir,
como el río
a veces no parece fácil
hay ramas y obstáculos
que creemos veraces
que construimos por inercia
una inercia tan distinta
a la del flujo de la tierra
que no espera,
que llama con urgencia
y que todo lo limpia,
todo lo muta
en un intercambio eterno
de instantes
que no tienen escapatoria.
Caer,
como la cascada,
¿cuántas veces temí caer?
¿cuántas veces ignoré que
a veces caer es otra forma
de fluir
abandonándote al designio,
al horizonte interno
que callado sigue hablándote
de los tiempos infinitos,
del secreto de tu raíz?
Y tú, sin saberlo,
¿cuantas veces te aferraste a la orilla
queriendo sentirte seguro
temeroso del vacío
y del dolor del impacto?
Sumérgete y fluye
alineado con tu esencia
confiando en el impulso vital
de la presencia cotidiana y divina
que te abarca todo
sin escapar a su movimiento
de aguas sabias de antaño
que fluyen de lo más profundo de ti
y desde más allá de ti.
Libérate de presas absurdas
que a veces parecieran necesarias,
ignora la voz de queja,
y aprende a distinguir tu flujo
puro
cristalino
poderoso
continuo
inagotable
y abandónate a él,
ignorando otros caminos
y si has e caer en un golpe de muchos
permítete volar en el saber
que las caídas traen flores y espuma
incapaces de brotar
en ningún otro manantial.
Libérate y déjate ser
pero sólo a tu flujo innato,
ése que sólo brota de tu centro
y del centro del universo
latiendo al únisono,
en un baile de flujos sin tiempo,
que siempre
te estarán esperando.