Un poema se escribe cuando llega
no espera
no tiene tiempo de esperar que te levantes
y te pongas los zapatos.
Es como la campana del camión de la basura,
suena y resuena por todos lados,
es molesto
pero tiene su razón de ser
tiene su tiempo, su espacio, su ritmo,
y si no te das prisa
cuando descubres ya se ha ido
se esfuma como un suspiro,
como un recuerdo perdido en la psique,
como la tierra que se calma tras un temblor.
Si te descuidas,
si no acudes a su llamado
te quedas ahí parado en la calle
quizá buscando una pluma,
quizá con tus bolsas llenas de cosas que decir
cosas que acabarás tragándote,
cosas que volarán al viento,
pura poesía biodegradable
de esa que se pudre,
sin haber visto jamás el sol
de esa que se muere sin haber nacido
y se olvida sin haber sido pronunciada.
Al menos el camión de la basura regresa
tres veces por semana
al menos hay esperanza para las latas vacías
y las cáscaras de huevo,
ojalá las palabras, los viajes y los sueños
tuvieran la misma suerte,
aunque generalmente terminan convirtiéndose
en una composta de lo que nunca fue.